6.11.08

Pomodoro

-Pomodoro! Pomodoro!
Y Pomodoro seguía corriendo pasillo arriba y abajo. Sus paticortas se movían con gracia.
-Pomodorooo! Pare!
Se aguantaba con una mano la enorme capa porque llevaba a un sirviente pigmeo colgando de ella. Con la otra aguantaba la corona, que tenía una horma extraña. A él le parecía obvio que en su cabeza no estaba el problema.
-Éste es mi dictamen! Anotad! Quedan permanentemente prohibidos los espaguetis en todo el reino. Enfrentándose a pena capital cualquiera que infringiera el decreto. Me gusta el tono recio de las leyes.
-Señor, esto último también lo anoto?
-Pigmeo ignorante! Tu topicismo me obliga a decapitarte!
Y mientras la cabeza del pigmeo rodaba...
-Señor, la reducimos?
-Por qué esclavizaré pigmeos primitivos?! El cero es irreductible, patanes! Llevad inmediatamente a imprimir las octavillas!
-Señor Pomodoro, con todos nuestros respetos no puede prohibir los espaguetis. Los 371 decretos alimenticios que usted ha instaurado provocan que esa sea la única alimentación energética permitida del reino.
Explotó silenciosamente de obvio que le parecía todo.
-¡Serán 1000 si hace falta! Energía dices?! Pero si tengo un pueblo de amebas! Que se fagociten unas a otras! El ventanal será un gran microscopio! Cuando volváis de hacer pública la información traed palomitas con vosotros!-y empezó a golpear con su cetro, como si fuera una lanza, todo el mobiliario de la estancia, mientras gritaba-Lobos! Lobos!
-Señor, no podría usted valorar al menos la posibilidad de prohibir solamente las salsas, o alguna de ellas...
Arrancó una carrera de furia con tan mal pie que debajo de éste había la capa. La corona saltó por los aires y él se desparramó contra el suelo. Con la nariz sangrando recorrió los metros que le quedaban y golpeó con furia al protosirviente.
-Dilo! Dilo si te atreves, maldito! Que prohíba alguna de las salsas? Que prohiba la de tomate quieres decir? A cuál de todos vosotros se la ocurrido tal asunto! Que dé un paso al frente!
Amenazaba a uno de ellos con el cepo que parecían las púas de la corona utilizada a tal efecto. Ponía su cara sobre ella como si tentara a las fauces de un cocodrilo, estaba dispuesto a dar su vida por ello.
-Qué otra cosa puedo hacer, decidme personajes simiescos?! Prohibirme a mí mismo? Ultraje! Por el bien? Quiénes sois los saboteadores indefensos?!
Se acercó a una pared sin darles la espalda y se puso a reptar por ella con la cabeza muy pegada al muro. El cetro y la corona iban golpeando los relieves de la piedra.
-Barbarie! Acometéis contra mí! Mi integridad está siendo diezmada cada vez que alguien me echa en sus espaguetis! Y queréis cortarme las opciones que tengo de guarecerme!
Uno de ellos levantó la mano.
-Haga usted una prohibición amplia, un compendio de todas las que hay esparcidas por el despacho.
-Los vegetales!-dijo otro.
-Las salsas...-repitió el que se frotaba la cabeza.
-Minúsculos! Insectos!
Bateó los tinteros. Mojó los dedos en la enorme mancha de la pared.
-Eso sería mostrarme débil! Aceptar el hartazgo que supone ser la comida y comidilla del pueblo a diario!
Ninguno dijo nada. Se miró los dedos. Los mostró tembloroso transmitiendo menos de lo que probablemente pensaba. La locura apaciguada. Se abalanzó hacia un trozo de pared limpia y escribió con la tinta que tenía entre las manos un decreto en el que se prohibía a sí mismo. Lo hizo deprisa y con pulso firme. Y de tanto que se lo creía murió al instante.

2 comentarios:

  1. Impresionant! Últimament t'estàs decantant més cap a lo extrany i fantàstic (ja ho feies abans, però ara encara més) i m'agrada molt com ho tractes.
    Anava per la meitat de la lectura i ja esperava el final amb un discurs intern, m'agrada que sempre acabis fent pensar i donant un missatge.

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  2. M'agrada molt a mi també! :D Felicitats! De lectura fàcil i fa pensar... :) Petons!

    Serieb

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