Un buen día, años más tarde, me dispuse a escribir desde mi nueva estancia de alquiler, pero ni siquiera sabía cómo emprender el viaje. Cansada de esperar, la antigua silla de ruedas que soportaba mis ochenta y tantos kilos me vaciló y se rompió. Exaltada me levanté del suelo (pues caí torpemente) y me acomodé diligente, con los brazos cruzados, mirando por la ventana de la que hasta entonces no había visto más allá de los cristales.
Observando el carrer Provença comprendí que hay que aprender a recrearse, a llorar y a sonreír a la vez por todas aquellas cosas que sólo con observarlas fulguran e irradian tentativas que ni el respetable paso de los años borrará. Los minutos pasaban de manera intencionada y desafiante ante un ensordecedor movimiento de vehículos que escupían gases malolientes, ante la abrumadora incomunicación con las gentes que corrían enfurecidas por llegar tarde a trabajar.
Absorbiendo el aroma de ese placentero momento y enganchándome a ese gustoso relámpago de tregua conmigo misma, volví a pensar en que tenía que empezar a escribir, pero no sabía aún por dónde emprender el viaje.
Bonito círculo. Quizás el título podría hacer referencia más directa a éste.
ResponderEliminarLo he leído varias veces antes de decir nada, y aún y así no estoy seguro, pero tengo una cierta sensación de incongruencia cuando alguien que no está familiarizado con la escritura tiene tantos recursos léxicos.
Si crees que es relevante que vaya en silla de ruedas, deberías hacer hincapié.
Parece que esto empieza a funcionar. Mola ;)
Potser no és gaire rellevant el fet de que vagi en cadira de rodes, però trobo encertada l'acció de la caiguda, com a causa del pensament posterior (causa-acció-reacció). Està bé el cercle, em creen addicció.
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