Cuando tu nombre se convierta en un verso,
suspiro de papel, corazón de plomo…,
cuando tus labios se conviertan en poemas,
y tus muslos en cifras,…
besaré tus párpados
y entonces ¡ay!
¡cómo correrán los pájaros!,
¡cómo arderán las fieras!,
¡cómo clamará el cielo!,
¡cómo explotarán los besos!,
¡ay! como se invisiblará mi alma.